ASOCIACIÓN DE CRONISTAS DEL ESTADO DE GUANAJUATO, A.C.

117 Aniversario del Nombramiento de Acámbaro como Ciudad

 

Gerardo Argueta Saucedo, Cronista del Municipio

 

A partir de 1899, Acámbaro cumple 117 años como Ciudad. Es el motivo que nos reúne en el marco de un festejo que merece la atención y la seriedad necesarias. En aquel año, varias localidades del Estado de Guanajuato adquirieron la misma categoría, sin embargo, el caso de Acámbaro es especial porque el nombramiento es una parte integral de su evolución histórica desde la época prehispánica.

 

Acámbaro, como bien lo sabemos, fue una aldea indígena en el año de 1275. La fundaron otomíes que provenían de la región de Tula y Jilotepec. Para el año de 1526 cuando fue re-fundado “a la española” o bajo un proyecto español, entre el 19 y el 28 de septiembre de ese año, la comunidad adquirió el grado de Congregación y adoptó el nombre de “San Francisco de Acámbaro”. Este nombre lo mantuvo hasta el 6 de mayo de 1855 cuando hubo cambios en la legislación estatal, lo que entonces le permitió recuperar el de origen indígena, único, de: Acámbaro. En forma previa, en febrero de 1824 recibió de hecho, el grado de Villa; y conforme a Derecho, en julio de 1827.

 

Es el día 12 de noviembre de 1899 cuando la legislatura guanajuatense, por iniciativa del Gobernador de la época, Joaquín Obregón González, promulga el Decreto para que Acámbaro adquiera el grado de Ciudad. Fue el Decreto Número 39, que -a la letra-, dice en todas sus partes, lo siguiente:  

 

Decreto Número 39

 

El C. Lic. Joaquín Obregón González, Gobernador Constitucional del Estado Libre y Soberano de Guanajuato, a los habitantes del mismo, sabed:

 

Que el H. Congreso ha decretado lo que sigue: “El Décimo Octavo Congreso Constitucional del Estado Libre y Soberano de Guanajuato, decreta:

 

Artículo 1°: Se erige en Ciudad, la Villa de Acámbaro. Conservará su propio nombre y se le concede una feria anual que se verificará cuando su Ayuntamiento, de acuerdo con el Ejecutivo del Estado, lo disponga.

 

Artículo 2°: Durante la feria se permitirán toda clase de juegos y diversiones públicas, que la ley no prohíba expresamente; y el Ayuntamiento respectivo al organizar aquella, designará el lugar en que deba verificarse, procurando satisfacer las necesidades y aspiraciones de la localidad y su vecindario, a la vez que los intereses del Municipio.

 

Artículo 3°: Podrá el mismo Ayuntamiento, durante la feria, modificar como estime conveniente las tarifas relativas al cobro de derechos de plaza, y para dar impulso y mayor brillo a las fiestas, podrá también la repetida Corporación, de acuerdo con el Gobierno, dedicarles la suma de dinero que crea conveniente, tomándola de los sobrantes que hubiere en la Tesorería Municipal.

 

Lo tendrá entendido el Gobernador del Estado y dispondrá se imprima, publique y circule para su debido cumplimiento. Dado en Guanajuato, a 8 de noviembre de 1899. –Eusebio Ortega, Diputado Presidente.- B. Olivares, Diputado Secretario – Carlos M. Vargas, Diputado Secretario”.

Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido cumplimiento. Palacio del Gobierno del Estado de Guanajuato, a 9 de noviembre de 1899.

 

Joaquín Obregón González, Gobernador.

Nicéforo Guerrero, Secretario.

El Decreto es aprobado por los Diputados el 8 de noviembre; se envía para su publicación en el Periódico Oficial del Gobierno estatal el día 9; y entra en vigor, el 12.  

 

El documento surgió en pleno período del Porfiriato y cuando Acámbaro vivía una etapa de impulso social tanto con la llegada del Ferrocarril como por el asentamiento de la industria del pan, que lo identifica hasta hoy en día. Como Ciudad, sorteó positivamente el Porfiriato, al grado de disponer de un auge en el sector agrícola, gracias al trabajo de sus haciendas. Durante la Revolución Mexicana y desde este lugar hacia el bajío, los hombres y las mujeres de la lucha armada utilizaron el Ferrocarril para desplazarse. Tras la Revolución, se reactivó la economía y la vida social, política y cultural. En 1917 con la promulgación de la Carta Magna de ese año a nivel federal, pero sobre todo con la estatal, la localidad acambarense fue reconocida como Municipio, aspecto que sería confirmado el 7 de julio de 1968 con la Ley Orgánica Municipal.

 

Acámbaro también superó el período de la Guerra Cristera en la región y pudo incorporarse al México de las instituciones desde los años 20 y 30 del pasado siglo XX. Puede decirse que una de sus principales etapas de crecimiento fue durante la II Guerra Mundial, si bien la construcción de la Presa “Solís” permitió generar inversión y empleo entre 1939 y 1949. El campo del Bajío llegó a ser a mediados del siglo XX el “granero del país” y la localidad tuvo significativas transformaciones, entre ellas, la del Plan “Guanajuato” en el período de 1961-64. Este Plan, modificó el entorno urbano y creó nuevos espacios públicos como el de la plaza Hidalgo. Ya para el 28 de julio de 1989, en la Ley Orgánica de los Municipios de Guanajuato, se establece que la zona urbana de Acámbaro es la Cabecera Municipal.

 

De esta forma, es como Acámbaro ha transitado de Aldea a Congregación; de Villa a Ciudad y a Municipio con su zona urbana como Cabecera. El reto es incorporarse a una Zona Metropolitana, pero sobre todo encauzar un mejor desarrollo social y humano en beneficio de la población.

 

Al cumplirse 117 años, Acámbaro tiene amplias perspectivas de modernización y desarrollo en áreas como el turismo, la arqueología, la cultura, la educación, los recursos naturales y la promoción de nuevas inversiones nacionales y extranjeras para generar empleo digno y bien remunerado. Acámbaro entonces, por todo lo que representa y significa, es y seguirá siendo –como bien se dice-, la puerta de la historia en el bajío; o mejor aún, una frontera de culturas que a pesar del mundo globalizado del siglo XXI, no pierde su origen, la identidad y el orgullo de ser una tierra fértil y bondadosa.

 

Acámbaro finalmente, es un Municipio con historia. Sabe de dónde viene, en dónde está y hacia dónde quiere ir. Acámbaro está de fiesta, pero también de pie; Acámbaro vive. ¡Viva Acámbaro!.